Los desertores norcoreanos luchan por adaptarse a una nueva vida en Corea del Sur

Cada año, decenas de ciudadanos norcoreanos arriesgan sus vidas intentando escapar del régimen de Pyongyang. Para quienes logran huir, la vecina Corea del Sur es el destino obvio. Más de 34.000 desertores han entrado al país desde 1953. Sin embargo, aún les resulta difícil adaptarse a la vida en una nación tan cercana geográficamente a la suya, pero tan diferente.

Corea del Sur y sus luces representan un paraíso para los norcoreanos que huyen del régimen de Kim Jong-un.

Ambos países comparten frontera, pero es a través de China que los desertores norcoreanos pueden aspirar a escapar. Un viaje peligroso, entre guardias fronterizos y los riesgos del exilio, que pocos logran completar.

Desde 2023, un promedio de 200 personas han llegado anualmente al sur, tras una paralización casi total durante la pandemia de Covid-19.

La península coreana permanece dividida desde el final de la Segunda Guerra Mundial. Partida en 1945, el norte bajo ocupación soviética y el sur bajo ocupación estadounidense, ambas naciones, las cuales se encuentran todavía en conflicto, han intentado durante décadas conseguir una relación pacífica.

En los años transcurridos desde la división, más de 30 000 personas procedentes del norte escaparon a través de China y llegaron a Corea del Sur en busca de una nueva oportunidad. Durante la pandemia de COVID-19, el número de desertores ha disminuido drásticamente debido al aumento de las medidas de seguridad en la frontera. Antes del brote, el régimen del líder norcoreano Kim Jong Un también había aumentado el número de patrullas fronterizas y añadido una valla electrificada, lo que dificultaba la huida.

Las personas que consiguen llegar a Corea del Sur pasan por un proceso de reasentamiento de tres meses dirigido por el gobierno. Una vez liberados, se les asigna un agente de policía para que los vigile. De ellos depende ahora la labor de forjarse una nueva vida en una cultura coreana diferente.

La relación entre norcoreanos y surcoreanos es compleja. Como parte de la misma nación desde hace miles de años, comparten la misma lengua y celebran las mismas fiestas tradicionales. Sin embargo, persiste el recuerdo de las acciones de espionaje tras la Guerra de Corea. En Corea del Sur, los norcoreanos deben adaptarse a un sistema capitalista y a una cultura que les son desconocidos sin la ayuda de familiares o amigos, al tiempo que deben enfrentarse a las sospechas y los prejuicios existentes contra ellos.

El club de Seok es uno de los muchos que trabajan para que la transición de los inmigrantes sea una experiencia positiva. Los clubes rotarios de Corea del Sur llevan mucho tiempo apoyando a los desertores de Corea del Norte de diversas maneras: construyendo escuelas para los jóvenes, ofreciendo becas y proporcionando atención dental y exámenes médicos gratuitos. Durante la pandemia, cinco clubes (Ulsan-Dongbu, Ulsan-Jeil, Ulsan-Namsan, Ulsan-Muryong y Ulsan Freedom) entrgaron kits de cuarentena a 580 inmigrantes norcoreanos de la zona de Ulsan. Con la ayuda de personas como Seok y sus clubes rotarios, las vidas siguen transformándose de manera positiva.

fuente : france 24

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