Casi seis meses después de recalar en América Latina, el coronavirus ha causado más de 250 000 muertes y profundiza la pobreza y la desigualdad, amenazando con borrar una década de lentos avances sociales.
En sus barrios marginales, con saneamientos precarios y donde la población vive amontonada, se propagaron en paralelo el virus y la desesperación por la falta de dinero a causa de la brutal reducción de la actividad económica por las medidas ante la pandemia.
Miles de familias se han visto ante el dilema de llenar el estómago o ponerse a salvo del contagio, y en el peor de los casos, no han podido eludir ni el hambre ni la enfermedad.